El mármol y el limón son dos enemigos que se tienen declarada la guerra. Pero incluso en este caso existe un " mediador" que podrá intervenir en el momento oportuno; la mantequilla.
Bastará con que frotes la parte estropeada con un poco de mantequilla. Despues de haber repetido esta simple operación dos o tres veces en un par de días verás que cualquier rastro blanquecino y opaco habrá desaparecido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario